“Pleno de méritos, pero es poéticamente como el hombre habita la tierra”
F. Hölderlin
Desde los albores de la humanidad la poesía es congregación, celebración de la existencia, iniciación en los misterios y suprema comunicación de conocimientos. La poesía posibilita que los seres humanos descubran las potencias de su espíritu, su capacidad creadora y el poder transformador del lenguaje. La esencia humana es su condición dialogante, su intercambio simbólico, que desarrolla una conciencia y valoración del otro. Gracias a la poesía el ser conjura las pulsiones tanáticas, accede a la visión de un mundo mejor en el que es posible la coexistencia pacífica. La poesía gesta una auténtica práctica de la paz porque conecta a los seres a través del canto, crea una conciencia lúcida de la condición humana y nos hace comprender que venimos al mundo por los dones de la vida. Un mundo sin poesía es inconcebible. Un mundo sin poesía sería pasto de servilismos y opresión, en el que la oscuridad y la enajenación impondrían el reino de la muerte. Sin la poesía la humanidad sucumbe ante las tiranías y la injusticia. Sin la poesía no hay conciencia crítica y se cae al abismo de la confusión. La poesía es un faro que ilumina la bruma de los tiempos sombríos. La poesía es la verdadera riqueza de los pueblos, de sus tradiciones, es su herencia invaluable. Las grandes adquisiciones del espíritu han sido impulsadas por las preguntas esenciales que la humanidad se ha planteado y esas preguntas surgen por las cualidades visionarias del ser. Cuando la vida de la humanidad peligra por el deterioro y la devastación de la guerra, la poesía se manifiesta como fuerza cohesionante, como escudo protector de la decadencia y la sumisión. Porque la poesía es un río de vitalidad, es la sustancia con la que está hecha nuestro sueño, que es la inteligencia universal, potestad de la vida. Todo acto creador es propio de la poesía y la paz sería inalcanzable sin esa voluntad de creación. El mundo actual lo que más necesita son acciones creativas, acciones que restituyan la dignidad de los pueblos mancillados, humillados por la violencia y la injusticia social. Nuestro tiempo está signado por la infamia de la sobre-explotación capitalista; es un tiempo aciago lleno de confusión y crisis humanitaria. Ahora, más que nunca, se necesita la voz del canto, la palabra vivificante que exprese y manifieste su posición contra la guerra, contra el caos que genera la sociedad de consumo globalizado. En la medida en que la poesía contribuye a la autoafirmación de los pueblos es posible recuperar su memoria, su identidad y su sensibilidad. Las acciones poéticas no pueden estar al margen de los problemas actuales. La poesía y sus legiones tienen, entre sus misiones, la tarea de confrontar el lenguaje de violencia imperante, con su lucidez, su capacidad creativa y crítica. Estas acciones de la poesía demandan un poder organizativo, a nivel global, que logre incidir en las esferas políticas y económicas de tal manera que se garantice darle un sentido a esta deriva, a esta carrera hacia el colapso. Experimentamos tiempos difíciles, de gran malestar y desasosiego, pero no todo está perdido. Es una minoría la que manipula de manera nefasta el destino de la humanidad; es una minoría indiferente ante el malestar que produce, de ahí que sea urgente convocar a las fuerzas constructivas del mundo para trabajar mancomunadamente en la reparación del daño que se ha hecho. Esa confrontación está por hacerse y la poesía tiene mucho que aportar.